LA CANCHA PEDRO MONTT y sus historias.

Nuestro amigo en común Jorge Espinosa Gutiérrez (chinito que vivía en calle 5 frente a la cancha), nos envía historias de nuestra cancha y sus primeros accidentes cuando eramos unos niños.
Aquí comienza a escribir Jorge...
Los primeros accidentes en la cancha, 1945. Al final de Agosto empezabamos a confeccionar los volantines, especialmente en casa de los Lamperein, Andrés el menor, era uno de los más entusiasmados. Siempre fue un niño, sano de alma y espíritu, largo, moreno, peinado a la gomina, que jugaba muy bien al trompo, bolitas y a la pelota (básquetbol).
Después al entrar a la juventud se enamoro locamente, creo por su inocencia de niño (lo que también nos pasó a unos cuantos, nota del editor).
Le recuerdo jugando en la cancha, de repente se cae y queda enganchado de su rodilla a un clavo del escenario, la escena fue dramática al ver por primera vez una herida tan sangrienta de 20 cm. Todos corríamos de un lado para otro.
Accidentes que nos enseñaron a cuidarnos en construcciones de maderas donde los clavos oxidados sobresalen peligrosamente.
Sigue en sus historias Jorge...
Siendo yo un niño de 4 años, a las 4 de la tarde, miraba jugar a la rayuela a los vecinos, seguramente jubilados, a un lado en la tierra de la cancha (frente a la casa de la familia Lamperein), cuando rebotó un tejo, que me pegó en la boca, sacandome los dientes y rompiendome el labio superior. Mi tío Elmo, al verme la ropa blanca llena de sangre me llevó a la posta 3 de Chacabuco, donde me tuvieron hasta la noche y salí con un parche inmenso y blanco que parecían bigotes. Todos los vecinos lamentaron el accidente, pero lo que recuerdo es que ningún jugador de rayuela ofreció ayuda y el causante del accidente siempre se mostró indiferente, al que miré siempre como un agresor, con el tiempo este señor sufrió un accidente y le han cortado una pierna. Pena me daba al verle sin su pierna a mi corta edad, sin saber entonces de justicia terrenal o divina.
Otra historia... ¡¡ a levantar el ánimo !! (nota del editor).
¡¡ Cortenla, cortenla, cortenla !!, fueron exclamaciones de un hombre que quedo pegado a los cables que sujetaban los postes de luz de la cancha hacia la calle Los Tulipanes, todos corrían para sacarlo y recuerdo ir en su auxilio a Sergio Venegas (el chico) y la señora Teresa Machado, seguramente fueron los contactos eléctricos producido por la humedad de Agosto en los postes con luz.
Momentos que marcan a jóvenes y niños de una población, recuerdos imborrables.

Textos escritos por Jorge Hernán Espinosa Gutiérrez, ya vendrán otras historias de Jorge, tenemos en carpeta: Los Chicos Malos (1950-1965) , las emociones en las Carreras (Club Hípico) y estudiar en el Parque Cousiño (en la Islita).