Club Deportivo Ferroviarios de Chile:
Cien años en el corazón
14 de julio de
1916 - 2016
Por José Antonio
Lizana Arce
A ferrito lo siento más como un familiar
que como un equipo de fútbol, y puedo decir que el Estadio y la Maestranza de
San Eugenio fueron mis primeros hogares, porque nací en el barrio y porque soy
hijo de ferroviario.
La primera vez que fui a una cancha de
fútbol fue a la de la Avenida Ramón Subercaseaux con San Vicente. Los recuerdos
de mis primeros años de infancia pertenecen a ese lugar antes que al Estadio
Nacional o al Santa Laura. Ahí grité los goles a todo pulmón y lloré hasta que
más no pude en el tablón.
A mi viejo no le gustaba el fútbol, pero
tenía una inconmensurable gratitud por su “madre-empresa” de Ferrocarriles y
por el equipo que representaba a los tiznados. En sus tiempos libres se
dedicaba a arreglar las luminarias de los accesos y a pintar de negro y amarillo
la tribuna oficial del recinto inaugurado en 1941. También era jefe de barra y
se encargaba de gritar todos los domingos el clásico “Efe con E”.
Los hinchas más antiguos nos contaban que Ferroviarios
se consagró campeón de la división de honor amateur los años 1947, 1948 y 1949
y que así obtuvo el
ascenso a la primera división de la Asociación Central de Fútbol.
Video a 98 años de Pasión.
Video a 98 años de Pasión.
También relataban que el
último clasificado de primera división de 1949, el Bádminton, se negó
a descender, aduciendo un acuerdo extraoficial que dictaba que los equipos que
habían fundado la primera división en 1933 no perderían la categoría.
Asimismo, que la Asociación Central
de Fútbol acogió el reclamo de Bádminton cancelando el descenso y que Ferroviarios
también reclamó su derecho a ascender. Repetían una y otra vez que los dirigentes
de Bádminton propusieron una fusión entre ambos clubes bajo el nombre
de Ferrobádminton, la cual fue aprobada por la ACF el 23 de
febrero de 1950.
La amalgama entre Ferro y Bádminton lograría
campañas más que aceptables en los campeonatos de los años cincuenta. Un
periodo donde se fortalecieron otras ramas deportivas de la institución, como
el hockey, el atletismo, las pesas y la natación. Los socios alcanzarían los
14.000 en 1959, algo impensado para hoy, en tiempos en que las sociedades anónimas
miran al hincha como cliente. En 1967, el Tiznado dejó la Primera División, y
en 1969 se separó del Bádminton para retomar su camino.
En 1972 rasguñó el retorno a la división
de honor con el gran Leonel, el “Pluto” Contreras y el “Fifo” Eyzaguirre. Sin
embargo, en 1983 vendría el descenso a tercera división y en 1987 a cuarta división.
En 1991 recuerdo un partido infartante con
Chiprodal de Graneros, en el que se hipotecó la posibilidad de subir a tercera.
Lo viví, lo sufrí y lo lloré en la galera corroída del “Hugo Arqueros
Rodríguez”. Cómo podría olvidar los viajes a Rengo, a Curacaví, a Graneros y a
otros tantos lugares donde, además de disfrutar del paisaje, estreché la
relación con mi papá.
Trailer "El Último Vagón".
Trailer "El Último Vagón".
El viejo estadio
ya no está y mi padre tampoco, pero igualmente soy hincha
del Ferrito, y aunque muchos me miren como un bicho raro y otros me pregunten
¿y todavía hay fanáticos del Ferroviarios? Siempre les diré que el paso del tiempo y las
vicisitudes de la vida no borran los sentimientos y los colores del equipo que
uno tanto ama.
En este centenario del club
puedo decir que el “Ferrito” no es una moda, sino algo que se lleva en la
sangre. Nací en el barrio San Eugenio y crecí entre los rieles de la Maestranza
y el pitar de las locomotoras. A mucha honra digo que soy hincha del tiznado,
pero también soy un hincha del fútbol que abraza a las suyos cuando gana y que
tiene la capacidad de felicitar al rival cuando pierde. Esas enseñanzas me las
entregó mi viejo, y como el amarillo y el negro, siempre las llevo en el alma y
en el corazón.
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