sábado, 27 de diciembre de 2008

Saludo de Navidad y para el próximo año.

Debido al intenso trajín que tengo en este mes de Diciembre, entre cumpleaños y celebraciones varias, no me dí cuenta que no había enviado un saludo a todeos nuestros lectores de nuestro blog Población Pedro Montt.

Pero hoy , relativamente más tranquilo, hago este saludo a ustedes.

Con mucho cariño y aprecio a todos nuestros pobladores, ex-pobladores dispersos por otros barrios y también por el mundo, hago llegar este saludo de Pascuas y Año Nuevo (2009), deseándoles muchas alegrías y un buen año que se avecina, junto a sus familiares, amigos y a todas las personas que más quieren.

Y como estamos en Chile y este es un blog que destaca por sus contenidos de nuestro país, hago llegar a ustedes un recuerdo navideño de un escritor poco conocido nuestro, don René Arabena Williams, donde nos habla de los pesebres.

Pesebre en Navidades Chilenas. Un recuerdo a un investigador en el campo de la Historia.



Aprovechando la cercanía de la Navidad, recordaré a don René Arabena Williams, investigador chileno, "falleció en Santiago a la edad de 77 años de edad. Se destacó como investigador en el campo de la historia y conquistó igualmente un gran prestigio como escritor".(Revista Interamericana "Visión", México 10 de Noviembre de 1976).

Este escritor, desconocido para nosotros, dentro de sus escritos, habla de "El Pesebre de Navidad", conferencia dada en el Instituto Chileno de Cultura Hispánica, el 16 de Diciembre de 1965.

Solo pondré un extracto referido al pesebre, que éste historiador chileno, nos relata en esta lectura.

Pesebre deriva del latín proesepe, proesepis, y significa el sitio o establo donde comen y duermen los animales.

Enseña la historia que hacia 747 y 749 de Roma, el emperador César Augusto ordenó un empadronamiento o censo general dentro de sus vastos dominios. Sometida entonces la Tierra Santa al yugo imperial, San José y la Virgen, que habitaban modesta morada en Nazaret (Galilea), acatando esta orden se dirigieron a Belén, en Judea, donde precisamente María sintió los síntomas inmediatos al alumbramiento del Hijo de sus purísimas entrañas. José corrió en busca de una hostería: todas estaban ocupadas. No le quedó más remedio que cobijar a María en un establo, más tarde convertido en Basílica por haber servido de humilde cuna al Salvador del mundo.
En la Basílica Santa María la Mayor, levantada en el monte Esquilmo de Roma por el Papa Liberio (siglo IV), se conservan todavía —¡inapreciable tesoro!— trozos de la madera de aquel pesebre sagrado. Así lo cuenta al menos la tradición.
La fiesta de Navidad se remonta a los primeros días de la Iglesia de Occidente, atribuyéndose su institución al Papa Telésforo, que murió martirizado allá por el año 136 durante la persecución de Adriano.
En la cuarta centuria, Cirilo, Obispo de Jerusalén, se dirigió al Papa Julio I (337-352), rogándole fijara un día determinado para tal festividad. Consultados varios teólogos, señalaron el 25 de diciembre.

Pero la verdadera celebración, con carácter universal,de la Pascua, tal vez date del siglo VIII, cuando empezaron a engalanarse profusamente los templos y se efectuaron representaciones alegóricas de los Reyes Magos.
En cada país de Europa, tanto la Navidad como el "pesebre", muestran particular colorido y reflejan típicas costumbres regionales. Italia, Francia, España, Inglaterra, Alemania —para no prolongar la enumeración—, la celebran como ninguna otra conmemoración religiosa del año
Siento no alcanzar a detenerme en describir las Navidades del Viejo Mundo. Debo darle preferencia a las de América y, en especial, de Chile. Tan sólo manifestaré que uno de los "nacimientos" más valiosos del orbe lo posee el Principado de Monaco. Napoleón I trajo otro muy artístico desde Egipto. Alemania conserva uno con ingenioso mecanismo de relojería y música. En él se ve a San José meciendo realmente al Niño Jesús. Célebre es también el "Nacimiento" de Francisco Salzillo en el Museo de Murcia (España), compuesto de 595 figuras.

No se puede concebir el "pesebre" sin su melódico animador, el villancico. Fuente de inspiración para poetas y músicos, enraizado en la tradición hispánica, es un género en que predominan la sencillez unida a cierta picardía, destinado a alabar al Niño, sin olvidarse de la Virgen y de San José.
El villancico nuestro tiene mucho de pastoril y se canta al final de la novena con acompañamiento de arpa, guitarra y otros instrumentos de cuerda. Vienen a mi memoria los que en el Hospital del pueblo de mi niñez entonaban las Monjas de San José el Carpintero al Divino Infante:

Mi Niñito regalón,
aquí le traigo estas peras,
aunque no están bien maduras,
pero cocías son buenas.

A José le traigo botas,
a la Virgen botoncitos
para que le ponga al Niño
cuando empiece a dar pasitos.

El grabado pertenece a la ilustración, de La Visitación de los tres Reyes Magos, del libro "Aunque no soy literaria" de Micaela Navarrete A., colección de documentos del folclore, Archivo de Literatura Oral y Tradiciones Populares. de la Biblioteca Nacional de Chile.

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